“Como padre y pastor de este pueblo que peregrina en Tucumán me preocupa la creciente violencia que hay en nuestra sociedad. La falta de seguridad, de respeto a la vida. Así como tenemos un valor hermoso que es la solidaridad también sufrimos la falta de respeto a la vida propia y ajena”, expresó el arzobispo de Tucumán, monseñor Carlos Alberto Sánchez, a propósito del último documento de la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Tucumán.
“El tener que vivir con miedo, tener que cuidar permanentemente nuestra integridad física, nuestros bienes y nuestro hogar, configuran un modelo de ciudad y un estilo de convivencia insostenible e inviable, que nos llevan al aislamiento y a la autodefensa permanente”, remarca el texto redactado por el padre José Pepe Abuin, Francisco Alarcón, Eduardo Joya, Teresa Hernández, Julio Marín, Bruno Fernández, Franco Luna y Luis A. Assaf, entre otros
“Es un rol indeclinable del estado proponer políticas públicas que garanticen la paz social, mediante la educación, la prevención, el resguardo de la integridad y la recuperación del orden social”, recuerda. E invita “a toda la ciudadanía a ser partícipes de las acciones y propuestas para atender la multicausalidad de las dimensiones de la seguridad humana, cuidarnos y protegernos entre nosotros”.
“Robos, hurtos, perpetrados con singular crueldad. Te matan por un par de zapatillas. No respetan ni a niños jóvenes, adultos ni ancianos. No hay puerta que resista el accionar vandálico de personas que con brutal agresividad arrebatan lo que no es de ellos”, describe Assaf. “La realidad social ha cambiado y más en esta época de pandemia. Uno se siente que vive en un estado de indefensión creciente. Genera miedo en la gente. Temor al salir de casa y al regresar. Se nos provoca el deseo de autodefensa. Y esto puede conducirnos a mayores males”, advierte.
Distintos tipos se violencia
Pero no sólo se refiere a la inseguridad que impera en las calles, monseñor Sánchez habla también de las causas que la generan: de “los que llevados por las adicciones y las drogas actúan con descontrol y delinquen”. “Esto produce mucha indignación en la sociedad que a veces reacciona con justicia por mano propia y no debe ser así. Esa persona adicta o pobre no ha tenido oportunidades”, opina. Muchas veces han sufrido violencia anteriores: “la exclusión, la privación de oportunidades, la marginación, la precariedad laboral, el no tener trabajo, el empobrecimiento, y son otras formas de violencia que no nos deja crecer en paz”, reflexiona. “A veces para ser una sociedad en paz necesitamos sanear nuestras propias violencias, especialmente en nuestra familia que es la primera escuela de la paz”, sugiere.
Monseñor lamenta especialmente la muerte de Érica, “la niña que sufrió violencia por quienes debían cuidarla”. Pero también todas las muertes violentas y por suicidio. “Tenemos que hacernos cargo. No podemos pasar indiferentes frente a esta realidad. Es necesario que todos nos involucremos en primera persona”, dice. “Reconstruir la sociedad tucumana debe ser un compromiso de todos. Qué importante es que cada uno podamos aportar desde la familia, recrear vínculos e impulsar la cultura del encuentro mediante el diálogo. Poder cuidarnos unos a otros”, insta.
De las autoridades, espera que aporten a la paz “con políticas públicas de seguridad y con más oportunidades para los que necesitan trabajo, vivienda salud y educación”. “Es importante que, como estado, puedan generar políticas públicas concretas que garanticen la paz en nuestra sociedad”. Pero, a la vez- reitera que “todos aportemos a la paz. Que en este día podamos crecer y madurar en una independencia auténtica y, para ello, -invita- nos dejemos llenar de paz el corazón para poder irradiarla”.